Nostalgia gustativa
Ayer, cortesía de mis sobrinos Beto y Emilio (hijos de mi primo Humberto, que es mi primo en dos grados) volví a descubrir uno de los sabores de mi infancia.
Me refiero, damas y caballeros, a la inenarrable maravilla conocida como la Paleloca Luxus.
Más allá de que un peque de cuatro añitos que no te ha visto en casi toda su vida con toda naturalidad te acepte en su entorno con el nombre de Maic (así pronunciado, perpetuando el apócope heredado de mi abuelo), y que además te comparta su tesoro de caramelos y en él esté un fragmento de tu propia niñez, es fantástico.
Disfruté mi Paleloca con gusto, mientras una plétora de imágenes de un temp perdú me llenaba la cabeza.
Y fui completa y absolutamente feliz, comiéndola.
A esto sabe la infancia, todavía hoy.
¿Y la suya, a qué sabe?
Comentarios
Por si las moscas evito probarla, no vaya a ser que dentro de mis mareos lo de 'raro' se interprete como 'amargo'.
Ni palelocas ni papillas. Es más, si es posible no solo en cuanto al sentido del gusto, tampoco al de la vista, por si acaso, evitar cualquier foto.
Sin embargo anoto. Voy a ver si traigo una o dos palelocas para los sobrinitos de Jens.
Me has traído dulces recuerdos.
Todo lo que me trajiste con esa imagen compallito.
Todo fué real.
Mejor ni pregunte al Caballo con Cuerno, porque...
La infancia me sabe: ácida, amarga, con pérdidas y "sinsabores"... hasta que llegaron los "Gansitos" (pero los de a deveras, con granillo de galletica de chocolate y crema "chantilly" (¿así se escribe?) y mermelada de fresa con fresas reales y AZÚCAR proveniente de CAÑA DE AZÚCAR (no como ahora, que todo sabe a medicina por culpa de la "Fructosa" de los norteamericanos!), y las "Chaparritas de Oro" de sabores... ¡que SÍ sabían a frutas! (Ahora, ya ni saben a "Chaparritas", cualquiera que sea "ese" sabor, jejeje!!).
Las palelocas... nunca las probé (sí, los unicornios somos medio raros en muuuuchas cosas). Será por lo que dije al principio: después de muchos tragos amargos, prefiero como golosina el "chamoy" (amargosito, acidito, saladito y picosito... ¡y no es albur!) o su avatar, el tocayito de usted; es decir, ¡¡el famoso "Miguelito"!!
Podríamos escribir un enorme y novelesco post acerca de la infancia lúgubre pero también luminosa de los cuacos con cuerno... pero eso es oootra historia (Nana Goya dixit).
Así que, agradecido por hacerme recordar los momentos más "dulces" de mi "inflancia", me despido, del todo agradecido, muy agradecido y muy agradecido...
el amargosito Caballito con Cuerno.
P.D. ¿Y qué tal los chicharrones (¡que no es albur, caray!) de harina, con su cremita y su limoncito y su chilito (¡otra vez...!) a la salida de las escuelas primarias?? ¡¡¡Mmmhhh, la gloria de la repetición!!!
El Tin Larín
El larín de avellana o almendra
El Almonris
Ya no hay, ni pex.
Siempre detesté el Carlos V por empalagoso.
Faramir.
Mi infancia sabe a vaquita Wong.
¿Ya estás mejor?
Te mandamos un abrazo.
Saludos
Las lapelocas me encantaban, pero lo que me hacia delirar eran los "brinquitos"! esos sobrecitos con polvo acidito, uffffff! y luego si le ponias mas limon, no manches!
Saludos
Arrivederci
Y a galletitas bañadas en chocolate, que ahora de esas ya no hay, porque las que están a la venta son definitivamente diferentes; ésas las compraba yo en un almacén frente al departamento donde vivió mi abuela, se mudaron ahí cuando yo tenía 7 años.
Te voy a enviar un mail.
Besos
P.