lunes, 21 de mayo de 2007

Alicia ya no vive aquí (pero yo sí)


Ayer vi esta película por primera vez en mucho tiempo. Es mi favorita de Scorsese, más aún que Taxi Driver, y que todas sus películas con subtexto de machismo -- que se le dan tan bien, p. ej: Buenos muchachos, Toro salvaje y/o Pandillas de Nueva York- o que La edad de la inocencia, que habría sido una de mis favoritas si otra actriz hubiera llevado el papel que finalmente hizo Michelle Pfeiffer -- hay algo en su interpretación que no me acaba de gustar, ¿qué le puedo hacer?-.

Pero esta, con su trabajo tan sencillo, casi humilde, me cautiva.

Siempre he sido un gran admirador de Ellen Burstyn; desde que la vi en El Exorcista como la madre desesperada, me pareció una espléndida actriz, con un toque particular para cierto tipo de histeria. Lo que no sabía entonces, es la inmensa paleta de colores que podía (y puede) manejar: eso lo vine a descubrir con otros trabajos suyos, incluyendo Réquiem por un sueño (Aronofsky, 2000) que me dejó hecho girones en la butaca de un cine.

Aquí, en 1974, con todo el feeling de inmediatez de ser cine de los 70, la Burstyn es Alice Hyatt, un ama de casa (sí, desesperada) de Socorro, Nuevo Mexico, con un marido insensible y bruto, pero no malo y un hijo de doce años excesivamente sagaz y cínico para su edad. Cuando el marido pasa a mejor vida, Alice se encuentra de manos a boca con sólo un dólar cincuenta y nueve centavos en la bolsa y con sus sueños expuestos por primera vez en veinte años. Siempre quiso ser cantante de cabaré en su pueblo natal: Monterey, California.

Así, Alice liquida todos sus bienes, apila su camioneta de maletas y junto con su insoportable crío, se da a la fuga, en pos del sueño inalcanzable.

Ustedes, si no la han visto, me dirán que ese es el argumento más trillado del mundo, que es una güeva, que no es posible que alguien como Scorsese que hizo la supercool e hiperviolenta Los Infiltrados pudiera aventarse un "melodrama" semejante.

Pues sí, lo hace. Y para muestra, un botón: Aquí está el trailer de la película.


Sin embargo, Alicia ya no vive aquí es mucho más que eso. Es una historia contada en capas, en muchos niveles: sus personajes van madurando ante el espectador y hay mucho qué ver: no sólo están Alice y su mocosito, Tommy (Alfred Luter); también están la imparable Flo (Diane Ladd -- fantástica) y el casi-héroe David (Kris Kristofferson, en una interpretación que lo congracia con toda clase de público), Jodie Foster como una niña precoz y hasta Harvey Keitel, que nunca falta en algo de Scorsese, haciéndola de un joven locuelo.

Cada uno de los personajes tiene su textura, su consistencia. Se sienten como gente de verdad y la narración fluye de esta manera, con naturalidad. Hollywood ciertamente ya no hace películas como ésta.

Ver Alicia... anoche me fue casi como una revelación, por no llamarlo epifanía. Ella se ha lanzado a lo desconocido y ha tenido que parar a hacer su vida en una ciudad que se le apareció en el camino.

Yo no hice lo mismo, pero es algo similar. Aún estoy en el proceso de adaptación y a veces, de repente, me siento frágil. Más de lo que nunca antes me he sentido. Pero sé que todo irá pasando y que me iré encontrando (uno va encontrándose entre espinas, como dice el Tango) y como Alice Hyatt, yo también puedo hacer mi sueño realidad. De hecho, éste es el sueño.

Scorsese y Burstyn me abrigan y me acompañan durante la velada y cuando despierto hoy, lunes, hay una sensación de principio.

Todo comienza. Como en un tracking shot. Todo comienza y yo voy a seguirlo, como al Conejo Blanco.

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