sábado, 5 de mayo de 2007

El jubiloso reencontrarse


Y sí, lo hubo.
De hecho, fueron tres y ahora los ennumero:

El primero y más importante, fue la mañana de ayer viernes, con una parte del trío original de leones (ver foto anexa, tomada afuera del extinto Mubarak, en el verano de 2005, horas antes de mi gozoso viaje a Roma):

Aunque ya habíamos hablado por teléfono Lusin (Luis), Jack (Juan Carlos) y yo (ellos son mis primeros amigos españoles, o más correctamente dicho, son los primeros amigos que hice en España), no habíamos podido vernos. De hecho, a Lusin, el pequeño león con gafas, no lo he visto -- él vive y trabaja en Pamplona, así que, aunque nació aquí, sólo viene ahora de vez en cuando- y a Jack, el gran león del norte, es dificil verlo, que con la agenda tan pesada de trabajo que lleva.

Aquí los tienen: a mí ya me conocen, el de en medio es Lusin y el de la derecha -- aunque jamás extrema- es Jack.


Hoy fue la presentación del Salón Iberoamericano del Libro, en el que yo participo (pueden leer al respecto en www.literastur.es) y yo estuve en el antiguo Instituto Jovellanos (prócer de la ciudad, del que hablaré otro día) y ahí vi a mi amigo, después de mis días de naufragio.

El reencuentro fue jubiloso por muchas razones: no nos habíamos visto en casi seis meses, fue mi bienvenida oficial por parte suya y la verdad, siempre es un gusto verlo, aún si nuestras ocupaciones sólo nos dejan robarnos unos minutos.

De hecho, y puedo decirlo porque no es secreto, éste blog es en parte la evolución natural de una serie de cartas (200 o casi, según veo) que nos escribimos entre los tres, a lo largo de dos años... ahora, realmente sin que haya una razón específica, esas cartas se convirtieron en este blog y sus entregas.

A veces creo que Jack piensa (aunque no tengo modo de saberlo, no soy telépata) que de un tiempo a ésta parte, estoy lejano o bien, me he portado lejano, porque de algún modo podría estar molesto con él por alguna razón no dicha, algún mecanismo renegrido de mi personita, algo inexplicable.

Pero no. Nada de eso. Mi adhesión a ambos es tan firme y leal como en ese primer tren negro hace no tanto (aunque se sienta como tanto). Es sólo que, precisamente uno de los placeres más grandes que he encontrado en mis amistades conforme se vuelven de largo plazo, es que llega el momento en que me siento perfectamente cómodo en silencio con la persona. Callar no es signo de que se le acaba el vapor a la conversaciñon. Como en algunas grandes piezas musicales, a veces el silencio es tan valioso como los crescendos. Es también una manera de aproximarse.

A Juan Carlos lo quiero mucho (a él y a su pequeña familia). Lo sabe. Es mi cófrade león y mi primer lector (Cuando avanzo con algo seriamente; es un buen lector y crítico). Es sólo que, como va sucediendo con los años (y ustedes lo saben, les ha ocurrido) no necesito demostrárselo con pirotecnia... dos minutos andando por esta ciudad -- la pasión por ella, en parte, me la contagió también, así como llamarla Finisterre. Es que él no es de aquí; llegó a quedarse por razones completamente distintas (y, hay que decirlo, menos egoístas) que las mías- son uno de esos pequeños gustos que hacen más sabroso el día.

Ese fue el primer reencuentro, y lo celebro.


El segundo, también es una razón para celebrar efusivamente: ¡YA NO SOY NÁUFRAGO!

Mis 61 kilos de equipaje, desaparecidos misteriosamente en algún punto del Canal de la Mancha, por fin aparecieron, como rehenes de la aduana de Oviedo, donde hube de apersonarme pasaporte en mano, para rescatarlos.

La buena noticia, es que no me falta nada y todo llegó sano y salvo, exceptuando la cubierta de mi vieja edición de bolsillo de Mountolive, una de las novelas que conforman El Cuarteto de Alejandría, que acabó por dar de sí (ahora tendré que mandarlos encuadernar, pero eso es lo de menos) y el Okapi y Mari, la Iguana (que viajaron conmigo) están de plácemes. El piso poco a poco comienza a parecer mi casa o bien, comienza a serlo. ¡Estoy realmente muy contento! Luego les contaré sobre lo que sentí al colocar mis libros en los estantes vacíos... ha sido una magnífica sensación que amerita un post por sí solo... y mis películas también llegaron bien (si algo le llegara a pasar a Petulia o El bebé de Rosemary, me hubiera dado mucho coraje).

El tercer reencuentro, fue hace rato. Salí a caminar, en mi primera noche de viernes y me pasée por el Muro; luego, como tuve algo de frío, fui a dar al barecito de mi amiga Pilar, llamado Scourmont, justo al pie de la plaza de Begoña, en el corazón de Finisterre y me tomé un par de whiskies con ella. Pilar es una chica preciosa, a la que conocí en mi primera visita y que resultó ser amiga de Luis y conocida de Jack, por lo que el encuentro fue de simpatía instantánea, que con el trato, ha devenido en una amistad cálida y muy cotorra. Tiene un novio rockero y es dueña de su negocio. Estar sentado en su barra, como anteayer encontrarme con Sonia e Irela, o bien, ir a casa de Julián y Coqui, me hizo sentir que hay una especie de pertenencia. Que venir es lo que tenía que hacer.

Así las cosas, ya acabé de desempacar y de bloggear por hoy. Pueden verme ahora, ya con un suéter propio (aunque todavía con camisa ajena) frente a esta compu, tecleándole, para contarles lo que hice este primer viernes. Mi satisfacción, por todo y por nada, es algo que quisiera poder transmitirles. Espero haberlo logrado.

Ahora, si me disculpan, voy a salirme a la terraza a terminar Cien años de soledad y a tratar de ver la luna llena, si no la arropan las nubes antes.

El blogger en su rinconcito del leonero. ¡Ánimo, valor y gracia!

10 comentarios:

Cuquita, la Pistolera dijo...

Miguel, te ves super bien y..........felicidades.....llegarontus valijas!!!!! Yujuuu. Todo suena que va marchando de maravilla por allá.
Una de las dudas que tengo es ¿en qué estarás ocupado por aquellos lares? Y una pregunta de niñita pequeña ¿te fuiste para siempre?

Anónimo dijo...

La última foto es genial. Ahora sí, puedo decir con confianza que estás asentado y feliz en TU nuevo ambiente, personal, propio y de frente a la nueva vida.

El hecho de que te encuentres con los Leones del Norte (ya se me hizo visualizar a ambos, en especial a Juan Carlos) también me lleva de regocijo.

Tu mensaje, como de costumbre, claro y bien escrito, pero ahora se siente un nuevo "tono", perceptible, de alegría. Bien Miguel, que gusto, y que ese tono y buena vibra permanezcan.

Greetings for fair Ithilien.

(el ahora sí, virtual -jajajajaja-,

Faramir.

Anónimo dijo...

Errr... el rinconcito del leonero suena a la "mexicana" leonera jajajaja.

Same place, same signature.

Anónimo dijo...

Miguel:

Coincido con los otros comentarios. Te leo contento, entero, alegre.

Me da mucho gusto.

Definitivamente, el hogar es donde estamos bien con nosotros mismos. Y parece que encontraste tu hogar, y tu familia escogida.

Que todo sea para bien. Todos aquí lo deseamos para tí.

Un beso de parte de Paulina y Gerardo. Y por supuesto, muchos de parte mía.

Viviana

CRISTINA dijo...

¡Son geniales los reencuentros!
Me alegro de que los hayas disfrutado.
Y me parece un plan estupendo tratar de ver la luna llena mientras lees "Cien años de soledad".
Un beso

Paxton Hernandez dijo...

De acuerdo con Cristina, los reencuentros son especiales y ahora verás que te vas a reencontrar con tu "hogar" al volverse tu depto, tu nueva casa, tu nueva guarida. Me siento muy feliz por ti, Mikey

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Te dejé una respuesta laaarga en el blog pero de verás agradezco mucho tus palabras en la entrada de ayer. No sabes cuánto significan para mí. Un abrazo y feliz fin en Finisterre. Junto al mar!! YEAH.

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LAURA DERN, wowowow!!!!

Dushka dijo...

Aun si no hubieran llegado tus cosas no te faltaria nada.

Anónimo dijo...

Hola, Miguel!

Me había olvidado la batería en la oficina y no pude recargar el móvil, pero hoy hablamos.

Me alegra saber que todo va bien, que comienzan los reencuentros (queda pendiente el nuestro) y que no estás solo.

Mucho ánimo!

Un abrazo

Mar dijo...

Qué lindo color!!! Grr, envidia! No cabe duda, un lugar bello alcanza a todo lo que le está próximo. O será al revés...

Beso!

Anónimo dijo...

y yo te reencuentro a ti y me haces volverme a topar con tan buenos y gratos momentos cedartianos


te reencuentro Cane y a la vez te descubro!



PD
La ultima vez que nos vimos fue en casa de Lillana "la pulques "