miércoles, 23 de mayo de 2007

Tequila + Champagne = C'est le Jet Lag


Esto que voy a relatar ocurrió hace ya algunos años en París.

Yo venía de Londres e iba a visitar a una de mis primas más queridas (mi casi-hermana) que se encontraba en la ciudad de las luces cegadoras acompañando a su flamante marido -- hoy mi casi-compadre- que estaba estudiando un master ahí. elos tenían un bonito departamento cerca de Boulevard Raspail y estarían felices de recibirme, sobre todo porque no nos habíamos visto en casi un año -- desde su boda.

Llegué en el Eurostar a la Gare du Nord y mi prima ya estaba esperándome.

"¡Te traigo una botella de tequila!" le dije.

"¡Yo tengo una de champagne!" me dijo.

Felices, tomamos el metro hasta su departamento. Me explicó que esa noche tenían invitados a cenar para aprovechar mi llegada y que para no esclavizarse en la cocina y tener tiempo de ir por mí, sólo había preparado una ensalada, pero el resto de la cena la había mandado a hacer a un bistro pequeñito cerca de la casa. Le dije que me parecía perfecto, así tendríamos un par de horas para charlar a gusto y yo le podría contar todo lo ocurrido con la familia en su ausencia, mientras ella me contaba cuál era su onda en París y todo lo que yo había hecho en Londres durante Fashion Week y bla bla bla. Mi prima estuvo de acuerdo, y me dijo que a las siete había que bajar por la cena.

Mientras, para celebrar nuestro gozoso reencuentro, brindamos con tequila y con champagne. ¡Mmm! ¡Qué rica! Y así estuvimos por un rato, que esto, que lo otro, ¡salud!... hasta que nos dimos cuenta de que eran las siete pasadas y había que correr por la cena.

Rápidos cual rayos bajamos a la calle y salimos, con el frío aironazo de febrero pegándonos en la cara. No nos dimos cuenta, hasta llegar al bistro, pedir la orden, que ya estaba pagada y volver a salir a la calle por una puerta que no era por la que habíamos entrado, ergo, desconocimos la calle a la que nos tocó salir.

Yo: [con la voz haciéndose assssí] "¡Ah Chihuahua! ¿Onde andamos?"

Ella: [Súbitamente espantada asssí] "¡Ay! ¡No sé!"

Yo: "Este... ¡Ay madre! ¿Para dónde nos vamos?"

Ella me dijo que igual era para la derecha y luego, como no reconocimos, nos fuimos a la izquierda, pero tampoco. Comenzamos a alarmarnos y lo peor, es que el airazo había hecho que se nos subiera hasta la peineta, por lo que se nos había olvidado prácticamente todo lo esencial en estos casos, incluyendo su domicilio. "¿Dónde vives, qué callllle essss?" "¡Ay, no sé! ¡Lo olvidé!"

Paramos un taxi y con nuestro francés rudimentario, pedimos el boulevard Raspail, mientras íbamos cargados con la cena y con las ventanillas abiertas, asomando con cuidado las cabezas -- no fuera uno a acabar como Marie Antoinette- para tratar de reconocer el edificio. Por supuesto, cuando al fin llegamos, sólo estábamos a cuatro manzanas de donde estaba el bistro, pero dimos algunas vueltas en círculo.

Eran más de las ocho cuando subimos en el viejo ascensor al sexto piso, donde ya nos esperaba mi primo, literalmente político, que estaba realmente muy consternado: "¡¿Dónde estaban?! ¡Ya van a llegar los invitados!"

Le entregamos las bolsas con la cena y nos miró a la cara.

"¡Están borrachos!"

No tuvimos cara para mirarlo. De haberlo hecho, habríamos visto que más que enojado, estaba al borde de soltar una carcajada.

Rápidamente nos mandó a lavarnos la cara aunque fuera y a ponernos un poco más decentes para las visitas que llegaron puntualmente. Toda la cena yo, que no hablo realmente nada de francés (y ahora le tengo algo de aversión verbi gratia una vieja pedante que yo conozco que según esto es una supermaestra de la Alianza Francesa, aunque para mí sea sólo una especie de ruca vudú), traté de ser polite y gentil, asintiendo a todo mientras con un piecito "hacía tierra" mientras mi pobre prima adquiría una sutil tonalidad de verde en su primorosa piel.

"C'est le jet lag," explicó el buen primo-marido con una sonrisa no exenta de ironía cómplice a sus amigos, al respecto de mi inusitado semi autismo.

Ellos asintieron, comprensivos, "mais oui, le jet-lag".

Y yo, como el manatí: "Merci".

En cuanto pude, y aduciendo el jet lag famoso (aunque tuviera más de una semana en el continente) me levanté y pasé a la sala, donde no me dormí, me desmayé en el sofá. Así hasta bien tempranito en la mañana del día siguiente, que nos despertó el primo con sendas tazas de café para aprovechar el día y nos llevó al Louvre, que conocí bajo los efectos de una resaca asesina (aunque no se notara)... pero esa, esa es otra historia.

Moraleja: Si va a tomar, procure no olvidarse del idioma.

7 comentarios:

Paxton Hernandez dijo...

¿Por qué su blog tiene publicidad pop-up de Mercado Libre? LOS ODIOOOOO, Malditos!!!

Ahorito leo su entrada y comento.

Saludos!

PD. Si alguna vez llega a pasar eso en mi blog, infórmeme y nos cambiamos a otra dirección.

senses and nonsenses dijo...

no se por qué extraña razón pero veo tu blog sobre fondo marrón (papel pintado de los 70) y con letras rojas o naranjas.
imposible leerte desde hace unos días.
ganas de leer tu odisea.

un abrazo.

Miguel Cane dijo...

Este, ¡ah Chihuahua!
¿De veras?

¡A mí no me sale nada!

¡Qué poca vergüenza de esta gente!

No sabía nada. ¡Qué pena!

Un abrazo transoceánico y ya conversaremos, amigo.

Paxton Hernandez dijo...

Jajaja qué buen post.

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Me tardé tanto en comentar porque

1) Me puse a ver el partido de la UEFA. La final. Perdimos. Sniff.

2) Luego me jeteé un rato.

3) Me perdí en su blog que es muy bueno.

Ah, las cosas que hace la bebida. Y qué bueno que le gusta el blog. En serio. Hasta el Memo del Toro ya lo lee. Y la Solórzano. Gulp.

Saludos!

Miguel Cane dijo...

Querido Senses/Sensei:

¡No me digas que no se ve!
Habrá que hacer algo... porque todo mundo lo alcanza a ver (creo)

¿No será tu browser?

Avísame.

Muchos abrazos.

Miguel Cane dijo...

Estimadísimo Manuel:

Sí me gusta el blog. Mucho. No es secreto.

¿Lo lee el gordo?
¡Poca madre! ¡Qué a todo dar!

-- de hecho, por aquí aparece el pinchi Gordo, rodeado de grupis-

¿La Señorita Solórzano Sinzer?

Uuuuhhh... beware, beware.

Un saludote desde acá.

Anónimo dijo...

Está bien. Lo que tiene que quedar claro es que lo malo, malo, malísimo no es ni el champagne, ni el tequila, ni un whisky o dos o tres... lo malo, lo traicionero, lo rastrero es el airazo. Todos lo sabemos, y nada de echarle las culpas a las copitas.

Lo sé por experiencia (je, no nos vamos a mentir a estas alturas) y también lo sabe mi amiga Claudia (objeto de muchas bromas por ese asunto).

Ahora yo acá me quedo, viendo cómo hacer para (en caso de necesidad y de mezcolanza in situ) poder mechar esa frase con mi mejor acento: "c'est le jet-lag!".

Temo que nadie me crea... ;-D

Besos, Miguel!